Él contestó: “Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios y la ponen en práctica.”

- Lucas 8:21

Como hijo único, toda mi vida he querido hermanos con quienes crecer. Específicamente, quería una hermana o hermano mayor para admirarlo, apoyarme, para buscar guía, y para animarlo. Profesionalmente, he llenado este vacío buscando mentores que hagan el papel de hermano mayor. Mis madres, padres, hermanos y hermanas del trabajo han sido fundamentales en ayudarme en el desarrollo y crecimiento de mi carrera. Me han apoyado ferozmente y personas de las que he dependido en tiempos difíciles.

Espiritualmente, la familia de la iglesia ha tenido un papel significativo en mi fe. Fui y puedo ser maduro en Cristo a través de interacciones con personas en mi pequeño grupo de estudios de la biblia, grupos de oración, y personas con las que estoy en hermandad. Con ellos, oramos juntos, alabamos juntos, hacemos preguntas juntos, y nos importamos.

Cuando damos un paso hacia atrás y vemos el panorama completo, mucho de lo que nos preocupamos y por lo que nos esforzamos es insignificante para toda la historia. Al reflexionar esto en mi vida, me di cuenta de que hay mucho de verdad en eso. Ha habido muchas ocasiones en mi vida cuando trabajo duro en un proyecto o hacia una meta, sólo para darme cuenta de que unos años después, apenas puedo recordar ese trabajo o lo que he logrado.

Sin embargo, a leer el libro de Eclesiastés, no creo que éste tenga la intención de ser un libro de desánimo. En cambio, destaca cómo la muerte es una certeza para todas las personas. Así que debemos estar presentes y vivir la vida plenamente con quienes nos rodean. Pone nuestros ojos en lo que es verdaderamente importante ayudándonos a entender que tan incierta y efímera es la vida.

En Lucas, cuando la madre de Jesús y hermanos vinieron a visitarlo, alguien en la multitud informó a Jesús. Jesús respondió que Su madre y hermanos eran “los que oyen la palabra de Dios y la ponen en práctica.” (Lucas 8:21). La familia de Jesús no solo son parientes consanguíneos, sino que incluye a todos nosotros quienes creemos y seguimos a Dios. Como compañeros Cristianos, somos más que personas que comparten fe uno con otro. Nos referimos uno a otro como hermanos y hermanas porque somos una familia en Cristo. Cuando nos reunimos con otros Cristianos, incluso si no los conocemos bien, estamos conectados a través de nuestra fe. Es como reunirse con la familia y compartimos un vínculo que es sagrado. Podemos estar agradecidos y festivos de que tenemos una gran familia en Cristo.

Las escrituras son claras de que Dios es amor y para que nosotros amemos a Dios, tenemos une amar a nuestros hermanos y hermanas. Es amando a nuestros hermanos y hermanas que también podemos amar a Dios.

Reflexión: Lea el libro de Eclesiastés en su totalidad esta semana. Considere qué es realmente importante en la vida que está viviendo ahora mismo. ¿Está poniendo en el lugar incorrecto sus valores y prioridades en la vida?

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¿Quién es su familia en Cristo? Para el blog de esta semana, revisemos las escrituras en el libro de Lucas para ayudarnos a aprender a amar a nuestro hermanos y hermanas en Cristo. Acompañe su tiempo de estudio en calma con canales de Christian Calm Radio con música de alabanza y adoración.