La Oración del Señor es una oración significativa en la Biblia que ha sido transmitida de generación en generación, de padres a hijos, y de las iglesias al mundo. Es una oración que muchos recitan y conocen bien. Incluso quienes no conocen al Señor han escuchado antes la Oración del Señor. Sin embargo, muchos no conocen el contexto y no entienden su importancia en el momento que fue compartida y su constante importancia hoy en día. Echemos un vistazo juntos a la historia y el significado de la oración y su uso para nosotros hoy en día.

La Oración del Señor en Mateo 6 da instrucciones para cómo vivir. Jesús estaba predicando a una gran multitud de personas, incluyendo sus discípulos. Estaba enseñándoles cómo vivir y actuar. La cultura Judía estaba arraigada en las personas y sus líderes religiosos eran corruptos. Jesús no vino a abolir la ley y sus prácticas, sino más bien a cumplirla. Vino a enseñar misericordia y gracia justo como Él vivía y moriría por los pecados de las personas. Era especialmente importante enseñar a Sus discípulos estas verdades, ya que ellos serían los que llevarían Su mensaje y eventualmente morirían por la verdad. Él comienza esta parte del Sermón en el Monte contándole a las personas acerca de la oración. Él explica que cuando tu oras, no debes ser como los hipócritas y orar públicamente para que todos lo vean, sino en su lugar ir de forma privada y traer tus peticiones ante el Señor. Él dijo esto porque los líderes religiosos de ese tiempo tenían largas oraciones que provenían de motivaciones falsas y corazones orgullosos. Él entonces les dice que su Padre en el Cielo sabe exactamente lo que necesitan. Esta es una hermosa descripción de una relación cercana con el Padre Dios. El sabe lo que Sus hijos necesitan; Él sólo anhela que ellos se acerquen a Él. Esto sería especialmente importante para sus discípulos después de qué Él se fue. Necesitarían aferrarse a Dios y Sus palabras cuando trajeran Su mensaje a otros países y naciones. Necesitarían entender cómo vivir como lo hizo Cristo.

Nuestro Padre, que estás en los cielos,
Santificado sea Tu nombre.
Venga a nosotros Tu reino.
Hágase tu voluntad,
En la tierra como en el cielo.
Dános hoy nuestro pan de cada día
Perdona nuestras ofensas,
Como también perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación,
Y líbranos del mal.
Tuyo es el reino, el poder, y la gloria,
Por los siglos de los siglos. Amén

Su oración tiene un significado que va más allá de simples palabras en un página. Primero, Él comienza dirigiéndose a nuestro Padre en el cielo y reconociendo quién es Él. Esto nos muestra dos cosas acerca de orar. Dice “nuestro” lo cual significa que cuando oramos, oramos juntos, en unidad, como el cuerpo de Cristo. La oración también dice las palabras “cielo” y “tu reino,” (en la Nueva Traducción Viva) lo cual nos dice que este es un Dios de Autoridad. El reina en la tierra y en el cielo. Él también dice “Santificado sea Tu nombre” o “Santificado sea Su nombre” como dice la Versión King James. Él es un Dios santo; que siempre recordemos cuán grandioso y santo Él es. Jesús después ora por que se haga la voluntad de Dios. Jesús sabía lo que la voluntad de Dios era para Su futuro, y esto era también un modelo para Sus discípulos y quienes escuchaban. Necesitaban buscar la voluntad de Dios para sus vidas, sabiendo que eso incluía alegrías y penas. Así que los versos 9-10 nos muestran cómo orar a Dios como la autoridad de nuestras vidas. Los tres siguientes versos presentaban peticiones en nombre del hombre. “Dános hoy nuestro pan de cada día,” enseñaba a las personas a confiar en Dios para las necesidades físicas como también para las espirituales. El es quien nos nutre. La siguiente parte de la oración le pide a Dios que perdone nuestros pecados (o deudas) como nosotros perdonamos a quienes han pecado en contra de nosotros. Este es el tema del evangelio: el perdón. No puede haber perdón de los pecados si no estás dispuesto a perdonar a otros. Cristo le estaba enseñando a ser personas que perdonan porque se encontrarían con muchas personas que los agraviarían al compartir el evangelio. Justo como nosotros necesitamos el perdón, aquellos a nuestro alrededor necesitan nuestro perdón. La última petición en esta hermosa oración es una petición de no permitir que el hombre caiga en la tentación, sino rescatar al hombre del mal. Él estaba pidiéndole a Dios que nos protegiera del enemigo, el diablo. Éste intriga y hace lo que sea que necesite hacer para tratar y tentarnos para alejarnos de Dios Padre. Jesús estaba modelando la urgencia de orar para que Dios nos rescate del pecado.

Esta oración no sólo tenía gran significado para los discípulos y las personas que escuchaban a Jesús, sino que también tiene una gran utilidad para nosotros hoy en día. Jesús dio esto como un modelo para cómo orar al Padre, Dios. Había tantos falsos maestros ahí fuera tratando de predicar un evangelio diferente como los hay hoy en día. Era tan importante enseñar a las personas cómo orar para que pudieran acercarse a Dios y comunicarse con Él. Esto es importante para nosotros hoy en día. Él nos ha mostrado cómo orar. Podemos seguir este modelo: primero reconociendo quién es Dios y orar en Su voluntad, luego presentando nuestras peticiones ante Él, tanto las necesidades físicas como espirituales, y finalmente por protección del pecado. Dios conoce los corazones del hombre y sabe lo que necesitamos, así que ¿quién mejor para pedirle que Él, el Creador? Romanos 8:26 nos dice que cuando no sabemos qué orar, el Espíritu intercede por nosotros. Así que incluso cuando estamos teniendo dificultades con qué decir, necesitamos ir ante el Padre y hablar con Él.

La Oración del Señor fue importante ejemplo para las personas de ese tiempo, especialmente los discípulos, y también para nosotros hoy en día. Cuando modelamos nuestras oraciones con la oración del Señor, encontraremos paz en saber que Dios tiene un plan para nosotros, gracia en conocer Su perdón, y esperanza para el futuro. Necesitamos orar diariamente por nosotros mismos y por otros para seguir avanzando hacia la meta de conocer a Dios de una manera más personal. También necesitamos unirnos con otros en unidad, para que podamos comenzar a discernir Su voluntad para Su gente y Su Iglesia. Cuando sigamos la enseñanza de Cristo veremos que sucedan cosas maravillosas.

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