Alguna vez ha imaginado o se ha preguntado;
“¿Qué pasa si alguien me roba. Podría perdonar a esta persona? ¿Qué pasa si alguien ha sido descuidado y transmitió el virus de Covid 19 a uno de mis hijos? ¿Podría aprender a perdonar? ¿Qué pasa si me encuentro con un violador, o incluso un asesino, podría aprender a perdonarlos? ¿Alguna vez?”

Perdona Como Has Sido Perdonado

Una de las afirmaciones más impactantes e incluso aterradoras en el Nuevo Testamento proviene de la boca de Jesús Cristo: “Si no perdonas a otros sus ofensas, tampoco tu Padre perdonará tus ofensas” (Mt 6:15).

Los cristianos entienden que somos salvados por la gracia y sólo por la gracia. Nuestro propio perdón fue comprado con el alto precio de la sangre de Jesús Cristo, derramada en la cruz. Si alguien tiene la credibilidad de hacer esta afirmación, es Cristo, quien fue rechazado por las personas que vino a salvar, humillado, golpeado injustificadamente, escupido, clavado a una cruz y muerto por los pecados del mundo. Pero antes de que exhalara su último aliento dijo: “Padre, perdónalos. No saben lo que hacen” (Lucas 23:34).

Pero si somos salvados por la gracia, ¿por qué parece que hay esta condición? ¿La gracia no significa que no tenemos que hacer nada para merecer la salvación? En efecto, no podemos hacer nada para merecerla, porque, en nuestro estado pecador, no podemos. ¿No es por eso que Jesús tuvo que venir y morir?

La respuessta parece yacer en el hecho de que, aunque ninguno de nosotros cambia a la perfección inmediatamente después de la regeneración, habrá un cambio marcado para el aquel quien verdaderamente ha puesto su fe en Jesús y eso es una disposición para perdonar a otros. Jesús les dijo a sus discípulos que debían perdonar setenta veces siete veces cuando alguien peque en contra de ellos (Mateo 18:22). El estaba efectivamente diciendo que el perdón debe ser infinito. Esto es porque el perdón de Dios para nosotros para nuestros pecados y rebelión hacia él es infinito. ¿Por qué? Por que la sangre de Jesús es infinitamente suficiente.

Un Sacrificio Perpetuo

Su sacrificio es perpetuo. Los Judíos celebraban el Día de la Expiación cada año (Lev 16) porque el sacrificio de la expiación, un cordero inmaculado, era necesaria cada año, porque las personas pecaban cada año. El autor de Hebreos nos dice que Cristo fue un sacrificio una vez y para siempre, y que no hay otro sacrificio por los pecados que sea necesario (Heb 10:1-18). Su sacrificio es eterno y también su perdón es infinito para aquellos quienes han recibido el don de vida por su sangre.

Considerando todo esto, si un hombre o mujer no pueden perdonar a otros, entonces el hecho es que no han comprendido su propia necesidad de perdón. Aún no entienden el inmerecido perdón mostrado a ellos por Dios a través de Jesús. Si han entendido, ellos, aun cuando sea difícil, podrán confiar la persona a Dios por su juicio y la perdonarán. El juicio no es una carga que hemos sido creados para cargar, y tampoco es venganza (Ro 12:19). Negar el perdón nos muestra como no creyentes, es por eso que Jesús decía “Si no perdonas... no serás perdonado.” Él está diciendo: “Si no perdonarás, entonces es una señal de no has sido perdonado.”

Incluso cuando se siente que es imposible perdonar, considere una bendición que Dios ordene el perdón. Véalo como un permiso para dejar ir, sabiendo que Dios es quien lleva el registro, no usted. Confíe en él y no se apoye en su propio entendimiento (Pr 3:5)

Ellos No Saben Lo Que Hacen

Otra cosa que puede ayudarnos a perdonar es recordar las palabras de Jesús en la cruz. “Ellos no saben lo que hacen.” Hay un sentido en el que aquellos quienes nos han lastimado no pueden evitarlo en su pecado. Aunque se nos hace responsables de nuestras decisiones, también hacemos lo que sabemos hacer, en la medida que lo sabemos y tenemos la fuerza de carácter requerida. Jesús entendió esta paradoja. Por gracia aprendemos lo correcto de lo incorrecto.

Alguien que peca, es en última instancia responsable de su propia expiacion y sus desafíos espirituales a enfrentar con Dios. Pero nuestro desafío es claro. Debemos perdonar, justo como el Salvador perdona a aquellos quienes lo mataron.

Cuando perdonamos, experimentamos libertad de la ira y la amarguar, y nos probaremos a nosotros mismos ser quienes han recibido el don gratuito del perdón. En estos tiempos dificiles haga del perdón una prioridad y una disciplina espiritual, y usted será como su Señor.

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Esperamos que haya disfrutado este reflexivo testimonio de Jeff Miller. Escuche nuestros extensos canales de radio en línea de música de Christian Calm Radio para Música Instrumental Cristiana, música Góspel, música de Adoración y Alabanza, canales de música de Coros Cristianos.